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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

15
Ene
2011

¿Cómo se hace un poema?

5 comentarios

 

 

Estamos de reunión en Scala-Coeli, un convento en la sierra cordobesa. A poca distancia de aquí existía una finca en la que Góngora comenzó alguna obra: hablo de memoria y si no recuerdo mal se trata del Polifemo. También aquí comenzó Fray Luis de Granada su Introducción del símbolo de la fe. Parece que este lugar está inclinado del lado de la palabra. La cuestión es que, a lo mejor por el recuerdo de estos dos autores, nada más llegar se me ha aparecido un poema. No lo puedo escribir pero ya existe. Al menos me permite contemplar cómo se fragua un poema y dar cuenta de ello.

 

Tengo el principio:

 

En la sierra de Góngora y Fray Luis
de Granada…

 

Sé que estará lleno de encabalgamientos abruptos, como el anterior. Las rocas, los aguerridos pinos gongorinos, que aparecerán en el poema, me lo piden. Además parece que viene en estilo prosaico: me alejo así de Góngora –a quien no me puedo acercar- y me aproximo a Fray Luis. Soy muy partidario de la poesía en metros prosaicos –sé que a muchos no gusta- porque me parece prodigiosa esa manera en que endecasílabos perfectos se disponen sin parecer endecasílabos. Una matemática exacta que atenúa el artificio y es fruto sólo de una musicalidad muy connaturalizada, de mucho esfuerzo que esconde su dificultad en la apariencia de facilidad.

 

La sencillez del momento hace que el poema no pueda ser un poema culturalista al uso y quizá por eso pide una incursión personal. Será en estos versos:

 

Sin apenas haberme dado cuenta
soy carne de palabra y compasión

 

Esta referencia me lleva inmediatamente a la persona de San Álvaro de Córdoba:

 

Me acuerdo de San Álvaro que un día
camino del convento halló un mendigo
al que llevó sobre sus hombros…

 

El desenlace de esos versos vendrá sólo, pues en germen ya está en ellos. Sólo es cuestión de esperar. Mientras, habrá que tomar una actitud contemplativa, la de mirar y dejar decirse lo que veo. Y al ver lo que veo, no tengo que hacer ningún esfuerzo para que el poema se sitúe donde está, en el siglo 21. La referencia posmoderna viene, por tanto, sola y queda perfectamente engarzada sin impostura ni alarde contextualizador. Quedará así:

 

cajas de pizza y de preservativos
vacías forman parte del paisaje

 

Me encantan esos encabalgamientos brutales. Y alguna cosa más ocurrirá. Llegará de un momento a otro porque la estructura ya está montada. Queda el final, que para dar al poema redondez estará en relación con el principio. He empezado con Góngora y Fray Luis, pero yo no estoy a la altura de ellos. Así es que, simplemente, lo digo:

 

Quisiera yo tener una palabra
análoga a la suya. Pero no:

 

Como no estoy a la altura de ellos, más me valdrá volverme hacia lo elemental y simplemente decir lo que escucho. Y he aquí que lo que escucho tiene relación con el libro en el que irá el poema, un libro sobre el vuelo y los pájaros. Así es que no hay nada que pensar. Sólo decirlo:

 

Quisiera yo tener una palabra
análoga a la suya. Pero no:
oigo los pájaros y lloro.

 

 

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Antonio Carlos.
16 de enero de 2011 a las 00:14

¿Cómo haces un poema?.
Es interesante tu inspiración, mezcla de fe y realidad urbana o del siglo XXI. La verdad que los paisajes rurales o urbanos, se encuentran inmersos no sólo de los ruidos de los pájaros, el viento o movimiento de los pinares de lo abrupto de los montes. Nos encontramos con toda la basura, que el propio ser humano echa a su ecosistema, buena reflexión, cerillas, bolsas, compresas, etc. Como ves el que escribe libremente, saliéndose de los versos alejándrinos, también puede comunicar otra inteción de sostenibilidad y vocación por el cuidado por la naturaleza, como el Divino San Antonio.
Saludos.
Antonio Carlos.

Arsenio Bernal
16 de enero de 2011 a las 12:13

Optas por el conceptismo (si no me equivoco), más cercano al decir sereno, contemplativo, sencillo... Qué maravilla poder comprobar que el poema ya existe, así de fácil, así de perentorio. Lo mío es la dificultad, quizás por no entender el bendito camino de la entrega, de la contemplación; más cercano, pues, a la dificultosa tarea del vivir rutinario, obstaculizador, desasosegante... que representa el lado oscuro cuyos restos anidan en el suelo, la contra-parte del cielo, el ámbito del vuelo...
Felicidades.
Arsenio.

Anónimo
16 de enero de 2011 a las 14:31

Amigo Arsenio: No sé si elijo, como acertadamente indicas, una vía más conceptual. Lo que sé decirte es que llega así el poema. El esfuerzo que he de hacer más bien radica en no interferir en él con mi presencia pensante, demasiado consciente, demasiado activa. Por lo que he escuchado de ti en You-tube puedo decirte que me parecen sencillamente preciosos tus poemas. De verdad: maravillosos sin más. Para cada uno reserva la poesía, La Inspiración, Dios, unos caminos. Y, como decía león Felipe, nadie fue ayer y ni va hoy ni irá mañana por este mismo camino que yo voy a Dios. También los restos que anidan en el suelo, como las cajas vacías de este poema, pueden estar llenos de belleza... y alguien lo tiene que notar y decir. A lo mejor tú. ¿No te das cuenta?: tu misma prosa está llena de poesía: anidar en el suelo, la contraparte del cielo... Preciosas expresiones. Gracias por tu atención. No nos conocemos de nada y sin embargo ha nacido un vínculo. Un milagro.

Arsenio Bernal
16 de enero de 2011 a las 21:41

Muchas gracias, Antonio. Y pensaba yo en Juan Pablo II, dignificando el cuerpo, el dolor... Lo que ocurre es que a mí me duele este discurrir con un peso excesivo, sin tiempo para lo importante, la poesía, y el amor al Hijo del Hombre, ese que me interpela y que cada vez dejo entrar con más asiduidad y cercanía, sin saber en qué me estoy metiendo... Ay.
Un abrazo fraternal.
Arsenio

lola cerezo
21 de enero de 2011 a las 09:58

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