Oct
Ciudadana Beloki
2 comentariosCarta poema.
Ciudadana Elena Beloki...
...que vas a ser inseminada:
Ojalá la carne de un ser humano viviente prenda en ti, en tus entrañas, como ha prendido ya la causa de la muerte en tus ideas. Ojalá un ser humano comience a vivir en ti purificando tu existencia desde lo más hondo de tu cuerpo. Transustanciándote. Y que en las horas en que sientas su carne moviéndose dentro de tu carne, por un instante, por un instante solamente, percibas lo terrible que ha de ser colaborar a la detonación de un ser humano, aunque sea detonando su existencia con razones, argumentos. Colaboracionismos. Que te dé miedo y que sientas el escalofrío de pensar, de sólo imaginar, lo insoportable que es perder a alguien de carne en esperanza concebido y para el amor alumbrado.
A veces la justicia roza por sí misma su injusticia: ponerte en libertad para que concibas: ¡que metáfora de la vida ¿verdad?! Pero ¿sabrás vivir hasta el final esta metáfora? Es decir: ¿sabrás hacerte libertad (o, lo que es lo mismo: dejar de sembrar muerte), libertad tú misma para que se engendre vida en el mundo, ese útero inmenso que a todos nos alberga, nos lleva, nos alimenta, nos extasía?
Roza a veces la justicia la línea del agravio. Pero tanto más fuerte es esa justicia cuanto mejor sobrevive a la debilidad de ser coherente con ella misma. En la debilidad se hace fuerte (esto me suena a algo). En la magnanimidad, acredita su terrible sentido común y su razón de ser al servicio de las personas. Aunque tú no llegues nunca a agradecerlo ni consideres legítima la justicia que te juzga y que no sólo con rectitud te trata, sino hasta con misericordia.
Te va a nacer una criatura, si Dios lo considera bueno para ti. De las más duras cepas brotan frutos dulcísimos. La vida es desproporcionada, ya lo ves: ¡qué largo y arduo el tiempo para que una vida agarre frente a las décimas de segundo en que varios cuerpos se detonan!
Si llega alguna vez tu hijo a abrazarte, todas tus indirectas víctimas te abracen en él, te perdonen, te rediman. Y que se vuelvan besos las balas, y te estremezcas al pensar, al intuir tan sólo, cómo duele que nos conviertan en ceniza lo que tanto costó agarrar a la vida.