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Chandalismo Ilustrado
1 comentariosLa expresión se la escuché a un amigo que la había oído no sé dónde, y me hizo mucha gracia: chandalismo ilustrado. Al parecer es una moda que viene desde hace años de Inglaterra y que consiste en vestir de chándal para todo: chándal para estar en casa, para pasear, para ir de compras; chándales glamorosos para ir al teatro, para salir en televisión... Tan es así que me cuenta María del Mar -mi contacto en Londres- que en los colegios ya han tomado serias medidas contra esta costumbre y en el suyo, concretamente, aparte del obligado uniforme para los colegiales, han dado normas de atuendo a los profesores en las que estas coloristas prendas de licra o de algodón quedan terminantemente prohibidas.
El vestir es una forma de lenguaje. Un lenguaje que va por delante de nosotros, en cuanto nos presenta antes de abrir siquiera la boca. No es lo mismo una clase de gimnasia que una clase de religión. No son lo mismo unas pruebas de laboratorio que una clase de teología.
Los códigos del vestir son convenciones, es verdad, pero las convenciones no son tan convencionales como parecería, pues, por el simple hecho estar creadas por los hombres como una forma más de sus relaciones y su comunicación, sirven a las mismas comunidades humanas a comprenderse y mostrarse respeto.
Cierto es que cuando las convenciones se vuelven inhumanas, sirven para canalizar un comportamiento hipócrita o hasta para expresar superioridad económica o de clase, es el momento de romperlas o cambiarlas. Pero hasta esto tiene su cauce y su lenguaje y su momento. Y, además, hoy en día, tan dogmático o más es que haya que vestir siempre vaqueros o ropa deportiva para ser aceptados como que haya que ir de corbata para ser respetados. Se puede dogmatizar el chándal o el vaquero tanto como la corbata. Y esto sin entrar en los precios que algunas prendas informales, pero de marca, alcanzan.
La belleza reside también en la adecuación y armonía entre contenido y expresión. Lo bello es el respeto al otro y a al medio. No se pede confundir creativdad y originalidad con banalización y falta de sentido del contexto.