Abr
Casa de misericordia
2 comentariosAl escuchar el título del libro comencé a buscarle correspondencias: Casa de misericordia. ¿Se lo aplico a
Mas luego pienso en los lectores y busco una interpretación en la que acontezca una confluencia más o menos previsible entre quienes creen y no creen –sigo siendo así de ingenuo, de consentidamente ingenuo para algunas cosas-: Casa de misericordia es el cuerpo. El cuerpo como casa para los otros, contra el frío, contra la intemperie. Quien dice cuerpo dice vida, alma, patria...
Pero ayer, por fin, compré el libro de Joan Margarit en edición bilingüe catalana y española. Y la contraportada dice así:
Las Casas de Misericordia fueron instituciones de una gran severidad, rayana a veces en la maldad, pensaba yo, recordando aquellos años de la posguerra (...) La intemperie era mucho más espantosa. Por eso se afanaban para hacer que sus hijos entrasen en aquel lugar. Y en este punto, la mente daba un salto hacia la poesía, hacia lo poco que quizá servía un poema para ayudar a soportar el dolor y las carencias.
Nada tenía que ver la intención del poeta con las correspondencias que yo me imaginaba. ¿O tal vez sí? Todas las casas de misericordia son la casa de misericordia. La casa, el alma, el cuerpo. La orden, nuestra Iglesia, nuestras manos. La vida, la poesía, la cultura... Si queremos, claro.