Oct
Camino
1 comentariosEstá anunciada en todos sitios: en las paradas de autobús, en las vallas de los centros comerciales, en los kioscos. Es la última película de Javier Fesser: Camino –el mismo título de la obra del fundador del Opus Dei- es la niña protagonista. Su historia es la de quien, con apenas 14 años, ha de enfrentarse a un terrible cáncer que acaba con su vida.
Se pueden decir muchas cosas de la película. La verdad, casi todas están dichas.
Pero a mí me interesa una. Esta: ¡qué difícil debe resultar a quien no tiene fe entender, aceptar que la fe existe! Porque el argumento de la película se sustenta en que, mientras la mayoría piensa que Jesús, a quien Camino ama, al que llama constantemente, es Jesús de Nazaret, el espectador sabe, porque el director de la película se lo cuenta, que ese Jesús no es más que el compañero de teatro del que Camino se ha enamorado.
Claro. Así las cosas, la fe de Camino es, en realidad, un cuento de hadas. Y todos los que leen la santidad en su vida y en su forma enamorada de enfrentarse a la enfermedad están equivocados. Se engañan. Lo que podría ser la forma heroica de dar sentido al dolor y al cara a cara con la propia muerte no es más que un cuento de hadas que nosotros –los listos, los privilegiados: ¡oh adulado espectador!- podemos desmitificar y, por lo tanto, desenmascarar. Es más fácil creer en un cuento de hadas que en Dios.
Dios no existe. Fesser lo dice de diversas formas. Pero la más cinematográfica es cuando, al final de la peli, se proyecta el super 8 que el padre de Camino ha grabado. Ahí, al enfocar hacia la butaca donde Camino decía que estaba sentado Jesús, aparece un vacío. Una butaca vacía.
Hay escenas de fuerte impacto. Interpretaciones increibles. La historia está bien contada. Consigue enganchar y emocionar. Pero, en gran parte, lo hace gracias a trucos y chantajes emocionales. Por ejemplo, su maniqueísmo y la caricaturización.
Siento que algún amigo mío de la obra podría sentirse vulnerado. Porque él no es como la película pinta a los numerarios. Es un tío genial, encantador, luminoso y un hombre de su tiempo y un gran poeta que conoce y valora todo tipo de poéticas al margen de sus creencias.