Dic
Blasfemar
1 comentariosNo todo lo que se nos presenta como un descubrimiento lo es en su sentido más original.
Publica el último Babelia tres poemas inéditos de Rafael Alberti con ocasión del 80 aniversario de la generación del 27. Dos de ellos están fechados en 1920. El tercero no tiene año fijo pero queda datado poco tiempo después que éstos.
Ese tercer poema es de un blasfemo subido. La artífice del hallazgo lo sitúa en la estela de Sermones y moradas y como excluido seguramente por el propio autor por tremendamente irreverente. Escrito cuando Alberti acababa de sufrir una profunda crisis sin vuelta atrás, en este y otros poemas similares el poeta desecha las creencias en las que ha crecido para dejar paso a un sistema de irracionalismo poético y de provocación incendiaria y blasfema cuya huella se sigue en sus poemas de
No encuentro ni conflicto ni irracionalismo ni poesía en el poema. A lo sumo, desahogo sin más. Como si fuera un ejercicio que el sicólogo te manda para tu propio curamiento y que después has de romper como una parte más de la escritura misma: rajar un papel, tirarlo a la basura, forma parte del rito mismo de escribir; prolongación de la literatura, la papelera es a veces la mejor culminación de un poema.
Si no fuera porque Poeta en Nueva York de Lorca está compuesto entre 1929 y 1930, diría que el inédito de Alberti tiene pretensiones lorquianas. Pero el ridículo de dejar al descubierto las intenciones provocativas, por la mala calidad de los materiales empleados en la argucia, hace doblemente ridícula la empresa. Por algo el mismo Alberti lo excluiría.
No todo es un descubrimiento. La basura de los mitos sólo contribuye a mitificarlos más, sí, pero a costa siempre de nuestra dignidad de hombres corrientes que pierden la cabeza a cambio de una efímera pátina de erudición. No les quita valor a ellos, pero sí obliga a pensar en nosotros mismos. En deslindar el valor documental de algo de su valor artístico está la clave, así como en valorar al artista en sus justos términos de ser humano.
Me parece más interesante el retrato que, unas páginas más allá, hace
Y aprovecho: a Babelia le importa cada vez menos la poesía y mucho más el mercado. Pero que mucho más.