Logo dominicosdominicos

Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

3
Abr
2009

Bacon

0 comentarios

 

Lo tenía claro: el hombre sin Dios, en nada es diferente al animal. Y como animales, simios o babuinos, representa Bacon al hombre. Con brutal sinceridad.

 

Una vez visto, podremos decidir si abrazamos la animalidad o pasamos la vida con nostalgia de Dios…O aceptamos amorosamente la invitación de Dios, que puestos a que todo valga, ¿por qué esto va a ser menos válido?

 

El problema es que hoy esta invitación los cristianos no la podemos hacer sin mirar a nuestro mundo desde los ojos más distintos a los nuestros. Nos horroriza mucho de lo que vemos y lo rechazamos de plano, es cierto. Pero algunas cosas, una vez expresadas, no se pueden ignorar, porque su fuerza forma parte del acervo visual de  nuestro tiempo. De lo contrario, los cristianos, refugiados en nuestras imágenes de siempre, corremos el riesgo de ser ingenuos y de hablar un lenguaje superado e infantil.

 

Y no somos mejores cristianos ignorándolo o haciendo aspavientos indignados ante él: Bacon nos pone delante una realidad y esta realidad grita.


Bocas angustiadas y violentas. Sexo descarnado, hombres que se devoran sexualmente, que se amalgaman y revuelcan en su propia bestialidad.

 

Sus crucifixiones no tienen alusión directa al tema religioso –eso dice Bacon al explicar su pintura: pero, así como su pintura misma no miente, Bacon sí que solía mentir al explicar su pintura-. En ellas la carne está retorcida, descuartizada, amontonada, exponiendo paroxisticamente el grado de violencia con el que el hombre puede tratar al hombre.

 

En los retratos, a sus amigos los descompone buscando el fondo de sus entrañas, en un ejercicio que sólo con amigos podía hacer, pues sólo la amistad le garantizaba el perdón de tal brutal exposición de intimidad.

 

Y ¿qué decir de sus versiones del Inocencio X de Velázquez? Pues que nos pone sin piedad ante los horrores del poder, del abuso de autoridad y violencia al que el poder sobre las conciencias puede llegar. Lamentable, pero siempre a tener presente.

 

Bacon se acomoda a la animalidad. En esto, no nos miente. Y -creo- la lección que podemos sacar es que nadie debe ignorar el animal que le acecha dentro, que convive con nosotros, que somos nosotros. Mirándolo –mirándonos- a los ojos podemos saber mejor qué hacer con nosotros mismos y quién puede salvarnos de nuestros peores redaños.

 

A lo mejor Bacon no es más que un mito (más) del mundo postcristiano. Por lo pronto, acercarse a esta exposición única, irrepetible, que sólo se verá, además de en el Prado, en Londres y Nueva York, es una oportunidad de comprobarlo yendo a las obras. Y de liberarse de la mojigatería.

 

Posterior Anterior


Deja tu comentario

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos