Jun
Arte de gitana
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Tenía un remedio infalible para esto. Le decía: “guapa, si ya me la has leído, si paso por aquí todos los días. A ver si se cumple lo que me dijo tu amiga el mes pasado”. Y la gitana me dejaba y abordaba a cualquier otro.
Pero esta vez no. Esta vez me agarró por la muñeca y me siguió por lo menos diez metros, hasta que no me quedó más remedio que pararme y dejar que me leyera la mano.
“Tienes que hacer más juegos eróticos con esa persona que está tan enamorada de ti y que te va a llenar de felicidad. Vais a tener tres niños y vais a estar juntos el resto de la vida”. Es lo único que recuerdo de su predicción de futuro. Supongo que es algo parecido a lo que le dirá a casi todos los viandantes, cosas bonitas como que alguien los ama mucho, que van a ser muy felices y que hagan más juegos eróticos… A todos nos gusta que nos digan que alguien nos quiere locamente y que vamos a ser muy felices el resto de nuestra vida. No me preocupa que esta predicción pueda afectar a mi estado actual, porque, la verdad, aparte de ser lugar común de quiromancias, no veo yo en el horizonte que este vaticinio tenga la más mínima posibilidad. Ni lo deseo.
Sin embargo hay algo que me inquietó. Al ver la sonrisa -supongo que escéptica- que dibujaba mi cara, la gitana, motu proprio, me levantó las gafas de sol y me miró fijamente a los ojos. En apenas unos segundos me hizo un retrato de personalidad. Y eso sí que me descolocó. No desvelaré lo que dijo, los cuatro detalles con que resumió mi pasado y con que retrató mi forma de ser. Eran, ahora sí, algo más que lugares comunes. No le atribuyo a esto ningún poder adivinatorio, pues, aparte de no creer en estas cosas, me parece claro que la capacidad de observación, de ver el fondo de las personas –por don o por experiencia de vida, por haber tratado muchas almas o por haber vivido muy a fondo- hace a algunas personas llegar más lejos en su intuición. Hay cosas que las llevamos en los ojos. Algunos saben verlas. Un arte, vamos, lo que se dice un arte.
Me pidió que pensara un deseo. –Ya. –Pues guarda este ramito en un libro y lo sacas dentro de tres días, que se te va a cumplir.
La próxima vez que la melancolía me envuelva, ya sé por qué calle he de pasar.