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Amor bajo el espino blanco
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“Amor bajo el espino blanco” es la última película de Zhang Yimou estrenada en España.
Vuelve en ella el mejor cine de este singular artista tras algunas experiencias comerciales -no por ello de menor calidad- y olímpicas –dirigió para el gobierno chino la ceremonia de apertura de Pekín 2008-.
Sabemos de los graves problemas de censura que Yimou sufrió por parte del partido comunista antes de que este, como parte de sus reformas políticas, urdiera finalmente tenerlo como aliado antes que como enemigo.
Sus películas reivindicaban el valor de la persona individual frente a la homogeneización que, en profundidad, era una de las consecuencias del maoísmo para el que es más importante la consecución de un ideal colectivo que la individualidad personal y que, por tanto, daba por bueno el sacrificio de un hombre concreto si las condiciones históricas y revolucionarias lo exigían.
Frente a ello, Zimou daba todo el protagonismo a los rostros concretos y olvidados de la China más pobre y alejada de las estructuras del poder. Los campesinos y su hambre, los maestros rurales sin tiza ni papel o las niñas innecesarias según las políticas demográficas llevaban sobre sus hombros la carga de la historia nunca contada.
Yimou rescataba junto a ellos el valor de las cosas más pequeñas. No sabemos cómo lo conseguía pero elevaba a símbolo un trozo de pan, un resto de tiza, un pequeño cuenco roto y recompuesto varias veces.
Con letra minúscula levantaba relatos incontestables precisamente por su ausencia de pretensiones mayúsculas. Y en ello un factor fundamental era la poesía, la delicadeza rozando la debilidad y a punto de fractura que siempre emanaba de cada plano. Podía filmar un charco y era bello, unas manos ancianísimas y daban ganas de besarlas.
En “Amor bajo el espino blanco” retoma el mejor Yimou. Los planes de homogeneización siempre se rompen cuando alguien ama contracorriente. Una pequeña historia de amor encierra en su ausencia de soflama toda la dignidad de la persona. Tan sólo es necesario que alguien mire limpiamente dejándose mirar por las cosas. Que alguien espere.
Zhang Yimou sabe mostrar mejor que nadie las cosas que no pueden mirarse.