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Alá siente vergüenza
4 comentarios"Alá es grande". A este grito, que sepamos, que de momento sabemos muy poco, han comenzado al menos dos de los tiroteos en París. ¿Es el Islam el principal problema de nuestro mundo hoy?
Hace años, en un curso de doctorado, Olegario González de Cardedal, el mejor teólogo vivo en España, iba más allá -y hace bastantes años que la cuestión anda por las facultades de teología-: ¿es la religión el principal problema de la humanidad? Con honestidad intelectual y valentía teológica, así nos lo planteaba. El debate se complica si tenemos en cuenta las monstruosidades cometidas por los regímenes de un signo y otro que han querido arrancar de raíz una pregunta, la de Dios, que tiene más que ver con la constitución humana que con Dios mismo.
Pero no por ello se disuelve la pregunta respondiendo con un sí o un no. A no ser que nos reinventemos la historia del ser humano, desde las cavernas hasta hoy, intentar arrancar la pregunta por Dios parece que lo que consigue es radicalizar las ideas de Dios.
Pero en esta noche espantosa de muerte en París, seamos más humildes y claros: desde luego, por lo que a mí respecta, el Islam no tendrá ninguna autoridad moral hasta que, desde dentro y desde su raíz, no desarticule y pase por una racionalización crítica, radical y sin contemplaciones cualquier interpretación de sí mismo que pase por la violencia, del tipo que sea. No acepto ninguna violencia ni ninguna discriminación en nombre de ningún Dios. En eso, la mística ayuda: si es preciso llegar a vivir sin la idea de Dios para encontrar la paz, la justicia, la igualdad y la fraternidad, bien estará arrancar por completo aquellas imágenes de Dios que sean mortíferas, dañinas. Porque son simplemente un ídolo humano. Deus Semper maior. Dios es siempre otro, al menos para escapar de la vil manipulación humana.
El cristianismo, desde la ilustración, se ha venido enfrentando a esa purga crítica. Y hoy en día tampoco lo ha conseguido por completo -no nos miremos al espejo para admirarnos-. Aún le queda mucho por hacer y pensar. Si hay una línea que marque la historia de la teología de estos tres últimos siglos, es esa, el autoanálisis y la autocrítica textual, histórica, sociológica, política, de género y espiritual, sobre todo espiritual, de sí mismo.
No, los labios que dicen Alá es grande mientras acaban con la vida de alguien y aquellos que lo aprueban o son silenciosamente cómplices no van al paraíso. Traen el infierno.