Feb
After
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Es una de esas películas que se te pasan en su momento pero que tenías que ver y un día llega pillándote desprotegido.
After, dirigida por Alejandro Rodríguez y protagonizada por Tristán Ulloa, Blanca Romero y Guillermo Toledo, se estructura en tres partes, cada una de las cuales nos muestra un fragmento de la vida de los tres protagonistas.
Pero lo más importante es que cada una de ellas está unida por una misma noche a la que continuamente regresamos, una noche que comienza con la cena de estos tres amigos y acaba, bien entrada la mañana, en un after abierto ante nosotros como un abisal ojo de noche.
Alegría, angustia, celebración, olvido, violencia, sexo, droga, ternura, rechazo, éxtasis, infierno, paraíso, fosas morales… qué sé yo. Lo cierto es que por esa noche y por ese after desfilan el vacío y la insatisfacción de una generación. Y, lo que más mérito tiene: sin contar nada, dejando que una nada muy toda, más potente de lo que un director puede domesticar, se vaya escribiendo ella solita. Sin intención de decir, sin intención de juzgar nada. Sin contar con el espectador, suficiente en su abismo y en el lenguaje propio de su abismo. Lo que no se ve, lo que no se dice, lo que nadie parece saber y está claro en cada plano, también acaba haciendo metástasis en nosotros.
Lo que puede escandalizar es lo que no se ve. Más escalofriante que una peli de terror. Sencillamente, brutal y hermosa. Te abre los ojos y no te deja parpadear. Los actores están soberbios.
Una película para entender una época y a la que asomarse sin prejuicios morales. No apta para espectadores muy sensibles, pues tanto vacío produce un vértigo de infarto y después… pues eso, como dice la canción, sólo quedan las ganas de llorar, pues ya no queda nada de que hablar. Nada. O sí.