Logo dominicosdominicos

Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

7
Ago
2012
Liturgias laicas
3 comentarios

Hay que ver hasta qué punto los artistas deliramos. Asistía hace poco a una conversación en la que uno de los interlocutores negaba el arraigo antropológico de los ritos. Le ponía nervioso reconocer la importancia de una dimensión a través de la cual el ser humano trata de expresar aspectos que escapan a la lógica de un discurso completamente racionalizable. Reconocer algo que pudiera recibir etiquetas tales como “abierto a la trascendencia” o “expresión del misterio” le ponía nervioso y desestabilizaba su lógica. Por ello su estrategia conversacional le llevaba a cerrar el paso a estos elementos tan inasibles. Una pena, porque esa dimensión ritual del ser humano puede ser interpretada desde otras perspectivas, por ejemplo apelando al simple hecho de la pluralidad de manifestaciones comunicativas del ser humano, sin necesidad de abrirse, si es que esto no se desea, a lecturas trascendentes.

 

 

Pero era así. Nuestros prejuicios, nuestras previas tomas de postura, son tan evidentes que a veces no las vemos y nos cierran. Incluso el arte pueda ser una forma supuestamente superior de negarlas. Nos cierran incluso bajo esa otra excusa –que encierra un temor- de defender posturas progresistas, cuando en realidad lo que esconden es un recalcitrante embotamiento reaccionario o, más al fondo incluso, una incapacidad para reinventarse y vivir en una realidad rica en manifestaciones, más allá de los dogmas ideológicos o artísticos que fueron fructíferos en su día pero que hoy ya no lo son.

 

Y todo esto venía a propósito de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. Una ceremonia no sólo plagada de elementos rituales y simbólicos sino enteramente ella misma imbuida de un carácter casi litúrgico: la ceremonia del fuego, las palomas y banderas blancas, los anillos forjados en la fragua colectiva, la izada de banderas... Algo bonito y emocionante, capaz de aunar en un marco representativo anhelos y puntos de convergencia comunes entre personas procedentes de todos los rincones del planeta, de creencias e increencias diferentes.

 

Yo lo llamo “liturgias laicas”, sin connotación peyorativa alguna. Ni siquiera con ironía. Más bien celebro su capacidad para aunar en un mismo sentimiento, para expresar en un lenguaje artístico, para concitar bajo el espíritu de superación deportiva algo humano común.

 

Tan fuerte es esa capacidad litúrgica, tanto potencial tiene, tanta fascinación sobre le mismo ser humano, que puede volverse profundamente diabólica en manos del poder. Aquí sí, aquí si cabe recordar la capacidad hipnótica y alienante de estos mismos rituales, como vemos en el uso que de ellos hicieron –y aún hacen- los regímenes totalitarios.

 

Pero el primer paso para enfrentarse a una amenaza es reconocerla y desenmascararla. Como la energía nuclear: que se emplee para fabricar bombas o para iluminar hogares depende no de ella, sino de la voluntad humana.

 

 

 

 

Ir al artículo

30
Jul
2012
Elefante blanco
5 comentarios

Aquí estamos de nuevo después de unas semanitas de parón.

 

 

Hace unos días me decía alguien que “Actos de amor” le había reconciliado con un cristianismo de corte humanista con el que tiempo atrás tuvo cierta sintonía. La deriva de las cosas había propiciado su distanciamiento, pero estas palabras habían avivado un ascua que él creía extinguida.

 

Estos días de verano son una buena ocasión para reencontrarnos con esas tres o cuatro cosas que fundamentan nuestra vida. A mí me ha ayudado “Elefante Blanco”, la película argentina que encontramos estos días en cartelera y que ha sido un éxito de público y crítica en el país austral.

 

Es la historia de dos sacerdotes que, tras sobrevivir a una matanza, se instalan en una de las villas pobres y violentas de Buenos Aires. Allí, junto a Luciana, una asistente social, realizan su vocación religiosa unida a su vocación humana, que coinciden.

 

Pero la historia no es sólo el relato de una lucha social, no es sólo el retrato de los invisibilizados por su pobreza, no es sólo el testimonio de una vocación religiosa. Es, además, una incursión en los problemas de la existencia humana en su más realista concreción. Es la muestra de que una auténtica experiencia religiosa lleva consigo una auténtica experiencia humana: toca, cuestiona, replantea nuestra manera de estar en el mundo.

 

La película alude a la tarea del Padre Mújica, un sacerdote en proceso de beatificación que llevó a cabo una intensa labor social en los arrabales de la miseria argentina y que fue asesinado en el ejercicio de su ministerio. “Ayúdame a vivir para ellos, ayúdame a morir por ellos” era su oración. Esta historia filmada no es sino un paralelo, en otras coordenadas –la violencia tiene formas diferentes; nuestro amor es el mismo- de lo que fue la vida del P. Carlos Múgica, quien, entre otros escritos con los que estaría bien retirarse al más profundo silencio para fortalecer el compromiso de nuestra fe, porque la fe no puede ser sino comprometida, decía también:

 

“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor.”

 

Recomiendo más que encarecidamente esta película. Ha sido un golpe de aire fresco del Espíritu.

 

 

Y -paradojas- fui a verla con una amiga que no cree, pero con quien me une un profundo amor a nuestra atribulada condición humana. Gracias, amore, por dejarme caminar a tu lado.

 

 

 

 

Ir al artículo

7
Jul
2012
Viaje improbable
1 comentarios

 

 

Javier Bozalongo; Viaje improbable. Premio Surcos de Poesía. Renacimiento, 2008. 57pp.

 

En el primer poema está el germen de todo el libro. Pero, como en los buenos viajes -la vida el principal de ellos-, es necesario regresar, desandar la memoria, para culminar nuestros pasos.

 

Este libro de Javier Bozalongo, Viaje improbable, no puede comenzar mejor la andadura:

 

Algunos viajes tienen
un principio impreciso,
una razón confusa
que mezcla en la maleta
las ganas de partir
y un miedo como plomo
que hace imposible el vuelo.

 

Y sin embargo el vuelo sí que se levanta, pausado, reflexivo, sin acrobacias innecesarias. Y discurre con precisión verbal y un ritmo acordado con el contenido sobre los territorios del amor y la memoria, mas sin falaz sentimentalismo ni manida nostalgia.

 

Este poemario concita en sus versos influencias diferentes pero no es deudor ni epigonal de escuela alguna. Hay una proyección hacia una zona de misterio pero es siempre fiel a la tierra, a la experiencia, de tal modo que somos llevados a un ámbito desconocido -el verdadero espacio del verdadero viaje- a través de sus páginas pero, a la vez, quedamos ligados y conscientes de este mundo más de lo que lo estábamos antes. O al menos de una forma diferente, de la forma diferente en que partir para regresar nos ha cambiado haciéndonos más lo que somos:

 

Queda luz a la vuelta. Luz sin sombra.

 

Ante algunos libros, como ante este, uno tiene la sensación de que la plaza fuerte de tu vida ha sido conquistada sin apenas darte cuenta: una voz ha entrado y no sabes cómo ni por dónde. Javier Bozalongo tiene aquí la virtud de aunar sin que se note -ahí su virtud- las condiciones que un lector como yo agradece: nada de narcisismo con pretensiones seudoliterarias; nada de ficticios dramas que acaban revelando su impostura precisamente en la desmesura y la ambición de forma o fondo; experiencia y desconocimiento a la vez, en equilibrio; misterio y mundo juntos; distanciamiento poético y fidelidad a lo cotidiano, como en este hermoso homenaje implícito a Rosales:

 


Igual que el niño que al cerrar los ojos
cree que nadie lo ve
así he pasado yo,
como un hombre invisible.

Igual que el mudo utiliza los signos
para hacerse entender
así he pasado yo,
como un hombre en silencio.

Igual que el sordo mira fijamente
los labios y las manos de quien habla
así he pasado yo,
como un hombre solícito.

 


Recomiendo este poemario de Javier Bozalongo para antes, durante y después de estos viajes que emprendemos en vacaciones. Y si la crisis obliga a estar en casa, este libro suplirá bien otros desplazamientos.

 

 

 

Ir al artículo

28
Jun
2012
Gloria
1 comentarios


Hoy es S. Ireneo de Lyón, uno de los padres de la iglesia de pensamiento más profundo y hallazgos más sorprendentes. Su memoria se me ha mezclado con el hecho de que estos días estoy muy futbolero, y no vengamos con el tópico de la alienación: celebrar un partido y emocionarse con el buen juego no nos hace más insensibles ni menos críticos. Ya está bien, como si hubiéramos de vestirnos de luto hasta que esta terrible crisis acabe.

 

Así es que en unos minutillos improvisé este poemín que os dejo. 

 

Ah, y un gustazo el que me doy: unir a S. Ireneo y Warhol en un mismo verso.

 

 

Gloria Dei vivens homo
(S. Ireneo de Lyon)

 

Todo el mundo debería tener derecho a quince minutos de gloria
(Andy Warhol)

 

España 2 – Francia 0
(Eurosport)

 

 


Desde San Ireneo hasta Andy Warhol,
la historia de Occidente reconoce
que algo más grande que nosotros
define nuestra vida.
No lo encuentro en el sexo ni en el podium,
tampoco en libro alguno ni en la cuota
de audiencia o en el número de veces
que aparece en el Google nuestra imagen.
No en los likes que alcanzamos
en el muro de facebook.
Desnudo alguna vez junto a tu cuerpo
me he sentido muy cerca.
Pero la vida borra aquello que fue vida
y no me queda otro remedio que aceptar
que allí tampoco estaba lo que todos
buscamos sin saber que lo buscamos:
Gloria.

 

 

Ir al artículo

23
Jun
2012
Arte de gitana
2 comentarios

 

Tenía un remedio infalible para esto. Le decía: “guapa, si ya me la has leído, si paso por aquí todos los días. A ver si se cumple lo que me dijo tu amiga el mes pasado”. Y la gitana me dejaba y abordaba a cualquier otro.

 

 

Pero esta vez no. Esta vez me agarró por la muñeca y me siguió por lo menos diez metros, hasta que no me quedó más remedio que pararme y dejar que me leyera la mano.

 

“Tienes que hacer más juegos eróticos con esa persona que está tan enamorada de ti y que te va a llenar de felicidad. Vais a tener tres niños y vais a estar juntos el resto de la vida”. Es lo único que recuerdo de su predicción de futuro. Supongo que es algo parecido a lo que le dirá a casi todos los viandantes, cosas bonitas como que alguien los ama mucho, que van a ser muy felices y que hagan más juegos eróticos… A todos nos gusta que nos digan que alguien nos quiere locamente y que vamos a ser muy felices el resto de nuestra vida. No me preocupa que esta predicción pueda afectar a mi estado actual, porque, la verdad, aparte de ser lugar común de quiromancias, no veo yo en el horizonte que este vaticinio tenga la más mínima posibilidad. Ni lo deseo.

 

Sin embargo hay algo que me inquietó. Al ver la sonrisa -supongo que escéptica- que dibujaba mi cara, la gitana, motu proprio, me levantó las gafas de sol y me miró fijamente a los ojos. En apenas unos segundos me hizo un retrato de personalidad. Y eso sí que me descolocó. No desvelaré lo que dijo, los cuatro detalles con que resumió mi pasado y con que retrató mi forma de ser. Eran, ahora sí, algo más que lugares comunes. No le atribuyo a esto ningún poder adivinatorio, pues, aparte de no creer en estas cosas, me parece claro que la capacidad de observación, de ver el fondo de las personas –por don o por experiencia de vida, por haber tratado muchas almas o por haber vivido muy a fondo- hace a algunas personas llegar más lejos en su intuición. Hay cosas que las llevamos en los ojos. Algunos saben verlas. Un arte, vamos, lo que se dice un arte.

 

Me pidió que pensara un deseo. –Ya. –Pues guarda este ramito en un libro y lo sacas dentro de tres días, que se te va a cumplir.

 

La próxima vez que la melancolía me envuelva, ya sé por qué calle he de pasar.

 


 

Ir al artículo

20
Jun
2012
Escrito después de escrito
1 comentarios

 

 

Arquitectura yo. Josep M. Rodríguez. Visor. Madrid 2012.

 

 

Hay libros que parecen escritos después de estar escritos. Asistes a la sensación de que su autor quiso desprenderse de su libro, perderlo y olvidarlo para volverlo a escribir. Y entonces el que llega a las manos del lector es un libro del que se ha desprendido todo lo que no era él. Como una transfusión de sangre de la máxima pureza

 

(…)
Abro y cierro la mano:
que la sangre circule hasta la bolsa
y allí espere paciente
hasta llegar a ti.


(…)
mientras pienso si no es eso también la poesía:

 

tomar sin merecer,

 

ser en el cuerpo de otro.

 


Así es “Arquitectura yo”. Una especie de transfusión, pero de sangre fría, expuesta al hielo. Identidad, muerte y amor sin grandes gestos ni pasiones.

 

El tono reflexivo acoge una imaginería cotidiana que no es distinta de la reflexión:

 

¿Hasta donde creer
si la memoria
es un niño que siempre nace muerto?

 


En esto Josep María Rodríguez me parece un poeta paradigmático de la nueva poesía española que va tomando forma tras una década de propuestas varias y dispersas. Acoge la tradición contemplativa de corte oriental y la armoniza con el decir de un yo que tiene conciencia de su lugar en el mundo pero al que no le interesa demasiado localizarse, subrayarse, definirse. Sin complejo, es moderno -en el sentido occidental de la modernidad, el que mira desde el sujeto reflexivo- y está fuera del yo moderno, es decir, se funde con la realidad, deja a la realidad decirse sin imponerle un discurso. Oriental, yo diría, pero no sólo ni especialmente para fundirse con la naturaleza sino con la existencia. Se está en una sala de espera como se puede estar en medio de la brisa, dejándo ser las cosas.

 

Porque al azar no tiene
ni orden ni memoria
ahora estás aquí
entre sillas de plástico y miradas vacías.

 

Estar en medio del azar sin que el decir interfiera en su curso azaroso.

 

me he vuelto azar.
Todo me pertenece.

 

Rodríguez sabe que no es el artificio el que deja huella. Quizá la madurez poética consista en eso, en estar de vuelta. Cuando la estructura es hermosa, hay que mostrarla. Se acoplan así verdad y belleza, fondo y forma. Deconstruir construye y, entre ambos, la palabra que emana es diferente sin pretensión de serlo. Tener claro que no hay necesidad de tenerlo todo claro es a la vez estoico y Zen, primario y sabio.

 

 

 

Con la precisión del forense, con la frialdad del que ha vivido y sabe

 

(…) aquello que dijo Scott Fitzgerald:

en la vida no hay segundos actos,

 


proseguir camino hacia la muerte y ser en ella escalpelo y cadáver. Hacer fácil lo difícil: la autopsia y el informe:

 


¿Alguna vez pensaste que tu cuerpo
es sólo la envoltura
del gusano de seda de la muerte?

Su crisálida deja tras de sí,
tumbado en la camilla,

un cadáver
abierto.

 


Saludo este “Arquitectura yo” de Josep María con admiración y me marcho con él bajo el brazo al zoológico. Porque así, aunque es cierto, no duele tanto descubrir

 


(…)
que crecer
es ir al zoo
y sólo ver barrotes.

Ir al artículo

17
Jun
2012
Eres un sinvergüenza
0 comentarios

 

 

Mientras trabajo algunas noches a media intensidad, escucho música de los Klaus&kinski. Los Klaus… son un dúo de esos que los intelectuales pedantes llaman “de culto” (me pregunto hasta qué punto la expresión “intelectuales pedantes” no delata también una actitud de intelectualidad igualmente pedante. Y posmoderna para colmo).

 

Como mi conexión a Internet últimamente falla, se me paran los youtubes justo en los anuncios del principio. El otro día el video se detuvo justo en una imagen del anuncio de un coche.

 

Sólo un fotograma. En él se veía la imagen de una mano sobre la palanca de cambio. Era una mano de mujer. No llevaba uñas largas ni pintadas, pero sí cuidadas. En sus dedos, tres añillos: uno con brillantes de bisutería, muy femenino, para que no quedara duda. Otro se parecía -quería quedarse en el parecer sin mostrar claramente- a un rosario de los que se portan en el dedo. El tercero era un anillo de acero de los que llevan personas de una estética alternativa o afines a causas socialmente comprometidas y críticas con la sociedad. La manga que vestía la mano era la de un jersey marrón de punto de lana casero, sencillo, hasta humilde, pero digno. La mano femenina agarraba la palanca con decisión, con cierta fuerza, incluso con una disposición masculina de dedos.

 

Así es que, en un sólo fotograma, adivinamos que el anuncio del coche está dirigido especialmente a mujeres. A un tipo de mujer femenina –el anillo de bisutería brillante- pero que no tiene demasiado tiempo para lacas y manicuras –las uñas sin arreglar pero aseadas-, decidida y con carácter –la forma de agarrar, los dedos masculinos-, de un poder adquisitivo medio-bajo –el jersey de punto marrón- que sintoniza con ideas progresistas y socialmente comprometidas –el anillo de acero- y tiene una inclinación espiritual –el anillo tipo “rosario”- cercana al cristianismo –se veía en él algo parecido a una cruz- sin demasiadas definiciones –se veía difuminadamente-. Un fotograma elaborado pero certero.

 

Admiro el trabajo de la publicidad. Creo que podemos aprender bastante de este arte. Como en este fotograma, un verso, un poema, un discurso o un sermón deberían buscar la imagen, las palabras justas y depuradas, sencillas pero trabajadas, que mejor trasmitan su mensaje.

 

El Evangelio no sólo da cuenta de las imágenes que Jesús empleaba, sino del mismo hecho de que Jesús se preguntaba a sí mismo cómo hacerlo, qué imagen iba a usar. Y cuando se pregunta cómo poner delante de los ojos el Reino de Dios encuentra una: la semilla mostaza.

 

Me pregunto cuál es la razón por la que a veces poetas y predicadores no prestamos tanta atención a este aspecto de depuración y concreción visual. Y la provisional respuesta que me doy destaca por su prosaísmo: al contrario que en la publicidad, no hay dinero de por medio.

 

PD: ¿y el título? Trataba de aplicarme lo de la publicidad, un titulo desconcertante, y, simplemente, he vuelto al principio: es la canción de mis Klaus&Kinski que intentaba escuchar. Pero he fallado en longitud de texto.


Ir al artículo

12
Jun
2012
Discapacidad?
1 comentarios


Me reenvían este video. El correo que lo acompaña dice que hay que batir un récord de “visualizaciones” en Youtube. No recuerdo las razones, pero no hace falta: el video se justifica por sí mismo. Y, además, me encanta. Porque hay que ver lo que se puede hacer con unos cartones pintados, creatividad y, sobre todo, convicción y coraje de vivir.

 

Pasa en el cine, en la literatura, en la pintura: ante la abundancia de propuestas, de recursos, de efectos… hay que buscar aquello que tiene un plus especial de verdad, de autenticidad. Aquello en donde, como decía Machado de otro modo

–si un grano del pensar arder pudiera
no en el amante, en el amor, sería
la más honda verdad lo que se viera-,

se concitan idea y amor, pensamiento y corazón, belleza formal y bondad fontal.

 

En esta grabación el arte y la solidaridad se unen. Y el concepto “discapacidad” nos hace un looping y se nos convierte en la verdadera capacidad que necesita una existencia humana.

Dale, dale a reenviar el video: no se trata sólo de visibilizar. Más bien de visibilizarnos en él.

 

 


Ir al artículo

8
Jun
2012
Nel mezzo del cammin...
4 comentarios

 

 

Nel mezzo del cammin di nostra vita

Dante Alighieri
Divina Comedia
Infierno
Canto I

 

No sabía si se hallaba en la mitad del camino de su vida. Más bien quería pensar que aún le faltaban unos trechos para llegar siquiera a la mitad. Pero los acontecimientos le habían mostrado que, para las cosas capitales –vida, amor y muerte-, nada hay fijo. Llegan y se van sin aviso.

 


Así es que hizo balance. Se acordó de aquel breve poema de José Emilio Pacheco, titulado algo parecido a “Reunión de antiguos camaradas”, y que decía así:

 

Ya somos todo aquello
contra lo que luchamos a los veinte años

 

y trató de recordar cuáles eran sus sueños a los 20 años; qué de ellos llegó a ser realidad y, lo más importante, si la vida se los había robado o era ahora el enemigo del que un día fue.

 

Procedió con metodología.

 

Primero: había amado los ideales de fraternidad, justicia y libertad aun cuando fuera al modo en que se aman los ideales a los 20 años.


Segundo: quiso vivir con la alegría en los ojos.


Tercero: quiso ser un valiente. Y, a ser posible, sin violencia, como corresponde a una correcta definición de valentía.


Cuarto: amaba la belleza. Divagaba con cursis definiciones del arte.

 


Y aplicó realismo y método también crítico a su presente:


4. La belleza de sus poemas era muy diferente a la que un día le deslumbró.


3. Aunque se le cortaba la voz, le temblaba el pulso, se le empañaban los ojos con frecuencia… un extraño coraje, una desconcertante valentía, lo mantenía en la lucha.


2. No siempre estaba alegre.


1. Su tiempo estaba atravesado por voces que protestaban porque este mundo era menos justo, menos libre y menos fraterno.


Pero, aun así, tenía la certeza –mil razones no hacen una verdad- de que, nel mezzo del cammin, era fiel al que fue…

 

 

 


…. cuando tenía 20 años.

 

Ir al artículo

29
May
2012
Más al sur
0 comentarios


 

La capacidad para lo concreto es el camino a lo infinito. Entiendo así las cosas y me afirmo en ello desde varios ángulos.

 

 

Desde el teológico. El acceso a la eternidad, al misterio, a la Gloria, está en la encarnación y en el camino de lo concreto.

 

Desde la poesía. Si no eres capaz de decir la vida cotidiana, si deprecias las voces y los rostros humildes, la materia y los signos del instante, difícilmente podrás dar cabida a una palabra perdurable y trascendente, por muy grandilocuentes que se pongan los versos.

 

Desde la pintura. Lo he experimentado en la exposición de José Saborit titulada “Más al sur” y que puede visitarse en el IVAM hasta el 24 de junio.

 

Se abre con la serie “Doble sombra” en la que Saborit recoge con la máxima simplicidad lo más esencial de la vegetación mediterránea. Le basta sólo trazar la sombra, sin más matices, sin más adornos que el trazo negro, para definir con los menos recursos la más perfecta identidad de cada ramita. Lo más particular, lo más específico con una simplicidad desprovista de retórica. Y, además, contemplado con amor, dejando que en la pequeñez de cada vegetal se diga la grandeza de una naturaleza mayor. Lo diminuto y humilde, limpiamente captado sin pretensión de grandeza, hace brillar ante nuestros ojos la perfección en pura desnudez.

 

Pero tras estas humildes anotaciones concretas, estamos ya en disposición de mirar en dirección a lo inmenso. Las siguientes secciones de la exposición nos abren, pues, al horizonte, al cielo, a la luz, al espacio, a la inmensidad. La humildad en la mirada garantiza que este giro a lo que podría llamarse horizonte infinito no sea un intento de escapatoria fácil, alienante; un intento por diluir los perfiles de lo concreto en una supuesta sublimación eternizante. Los horizontes que nos deja Saborit son la expresión de una mirada profundamente acostumbrada a contemplar y a vibrar, a dejarse impregnar por lo que se mira.

 

Los bellos amaneceres acontecen en el cuadro, no son meramente pintados. La técnica no reside en la saturación de efectos, virtuosos contrastes o voluptuosas tonalidades, sino en las gradaciones, las veladuras, los cambios de texturas, de trazo, de espesura… que nos llevan a un estado otro, cada vez más claro, hasta acercarnos el punto central de vibración del blanco, liminal de horizonte y, sin embargo, por su humildad receptiva, más acá de nosotros, más en la verdad del mundo.

 

En fin, a estas alturas sobra decir que me ha fascinado la muestra y que la recomiendo encarecidamente. Y espero que el contarme entre los amigos de Saborit no le quite objetividad a mis palabras.

 

 

 

Ir al artículo

Posteriores Anteriores


Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos