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May2018He visto el Amor
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May
Ya lo dice Björk en esa mítica escena de “Bailar en la oscuridad”, cuando, descubierta su grave falta de vista, preguntada por el hombre que la ama si le da igual, si no piensa hacer nada para evitar una ceguera inminente, ella responde: “Ya lo he visto todo. He visto la oscuridad. He visto una pequeña chispa.”
Es la escena del tren en marcha sobre el que Selma (Björk) danza. Ya ha decidido en su interior que el dinero ahorrado durante toda su vida está destinado a operar a su hijo para evitar que sufra la misma enfermedad por la que ella es ya prácticamente una invidente.
“¿No te importa perderte la gran muralla China, el Empire State, la mano de tu nieto acariciando tu pelo?”. Y ella responde: “He visto lo que elegí. He visto lo que necesité. Y eso es suficiente. Desear más sería avaro. He visto lo que era y sé lo que seré”.
Si a esto le unimos el mensaje sacrificial de la película (es un paralelo a la vida Cristo), y esa jarra de agua fría que nos dice que muchas veces la injusticia y la mentira triunfan pero que no pasa nada, porque el bien, la entrega y la bondad no pueden ser comparadas con ninguna otra cosa y justifican nuestra vida entera, podremos llegar a sentir la felicidad incluso en las circustancias más adversas.
Ese es el milagro de la desconcertante película: que todo salga mal pero que todo esté bien. Porque lo más importante es lo que el corazón ha visto, lo cual es una forma de entregarse que el mismo corazón tiene.
Hay momentos en la vida que nos hacen volver la mirada hacia atrás y en los que, si echamos también la vista hacia adelante, nos parece que todo ha sucedido como si nada hubiera sucedido. Porque lo importante es invisible a los ojos y sólo permanece lo que ha visto el alma.
Quizás es este uno de esos momentos.
Un paréntesis me obliga a detenerme mientras pergeño otras palabras, las que habré de pronunciar en gratitud al... (bueno, esto da igual). En el paréntesis se abre un claro y en ese claro recuerdo que, hace apenas unos años, sólo deseaba llegar a los 40 con un puñado de poemas que, como agua en las manos, tuvieran más o menos sentido. La vida ha sido generosa, con avaricia generosa más allá de lo siquiera imaginado. Y en el paréntesis se escucha una voz que, no sin severidad y contundencia, me dice: “todo eso es nada, no lo olvides, porque sólo cuenta lo que tu corazón ha visto.”
Entonces el contador se pone a cero. Con la diferencia de que ahora es una cuenta atrás.