Abr
Venid, adoradores
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En esta noche de vela y oración, de contemplación y espera junto a Jesús que ya ha emprendido el camino de la entrega entera de sí mismo a las manos de la locura y la violencia de este mundo, quiero compartir esta joyita de poema.
Junto al monumento de su cuerpo y de su sangre, junto al monumento que hace palidecer todos los monumentos de este mundo, yo lo rezaré:
Terroristas del mundo, alucinados,
drogadictos, pilotos de la muerte,
pervertidos de la profunda noche:
habéis equivocado los caminos.
En Dios está el terror y la violencia
y la gloria y el sexo y la ignominia.
En Dios está la ciencia y la locura
y el fruto prohibido y el horror.
Venid, adoradores, al peligro
y a los vértigos de su santo rostro.