Ene
Prójimos
1 comentariosNo sé cómo llamarlo, porque tampoco “equilibrio” es la palabra. Para las cosas de vivir, para las de la virtud, bien está el equilibrio. Pero no siempre para el arte, aunque ya sabemos que hay tantas teorías del arte como teorías sin más.
Es cuestión de opción, y, en este poemario recién aparecido, Santiago Molina sí ha apostado por una especie de equilibrio entre lector y poema, entre una dirección y otra, situándose el autor en parte ninguna.
“Prójimos” (Editorial Enkuadres) apuesta por poner el sentido último de sus poemas en el otro, en los otros. A estos versos poco le importan la vida y los sentimientos del autor, a no ser cuando éstos se saben orientados al diferente. Y funciona, porque, sin explicitarlo, ahí es precisamente donde entra el autor: un autor que sólo se encuentra con su vida y con su historia en la medida en que se desprende de ellas. Y, por el camino, el “yo” y su “yoísmo” han quedado superados, que no anulados.
Mucho mejor lo señala el lúcido prólogo de Juan Peregrina, en cuyas palabras “el poeta es, ante todo, testigo de lo que vive: un testigo no dedicado a observar y callar”, sino que convive con lo contado, “con las personas que cuentan y le cuentan”.
Por eso, aunque nuestro poeta nos avisa en este libro de lo tremendo que será darnos cuenta de que no muy tarde vendrá la muerte precedida de soledad y de olvido -olvido que puede conducirnos al rencor, la envidia o la desesperación a causa de las cuales pasemos por alto la solidaridad, la admiración y la celebración-, el poeta puede también anticiparse para recordar y metamorfosear esta terrible posibilidad en belleza, elegancia, reconocimiento y celebración. Y es que:
“Hay hombres de llanto hondo y áspero.
Hombres que nunca fueron niños (…)
Custodia las cenizas del mundo.
Son bosque talado”
Pero mejor saberlo y acogerlo en las palabras para que, al hacer acto de “Fe”, cuando llegue el momento de convertir en gracia la pérdida, no quedemos fuera de la realidad sino más dentro:
“Pero existe,
así,
tan imperfecto.
Es por eso que creo.”
Hermoso el “Prójimos” de Santiago Molina, traslúcido en su humildad. Más cercano cuanto más arrojado en manos del otro, del distinto. Una poética de la projimidad, la definiría yo.