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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

16
Dic
2014

La soledad y el sexo

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Estaba pendiente la segunda parte de Nimphomaniac. Así como la primera no pareció gran cosa -una retahíla de saltos atrás desde la narración de la protagonista, una reconstrucción de su ninfomanía retrotrayéndose hasta la infancia- la segunda parte muestra en realidad que se trata de un todo, un todo de 5 horas de duración partido en dos para hacer soportable esta cinta de uno de los directores más controvertidos, pero que, sin duda, ha dado a la pantalla algunas de las películas más geniales (Bailando en la oscuridad, Rompiendo las olas) de las décadas recientes.

Esta segunda parte es más interesante, pues en ella va siendo posible sacar algunas conclusiones y penetrar en la realidad de la protagonista y en las raíces de su adicción al sexo. En este sentido, cada vez se hace más patente que, en el fondo, sufre un enquistado problema para entablar relaciones profundas y de amistad, para expresar lo que lleva más adentro y para recibir lo que la vida de los otros puede ofrecerle. Es, llega a decir, un asunto de soledad.

Tras tantas historias, algunas de las cuales llegan a los límites de lo concebible y soportable, la película nos conduce a la consideración de la ternura, el compromiso, la solidaridad, el afecto expresado o la sublimación creativa como partes esenciales de la sexualidad y profundamente relacionadas con ella. Y que, al final, los problemas más graves del ser humano nos invitan a una consideración espiritual de la persona cercana a nuestra condición amorosa. Buscamos algo más. No encontrar, ni tan siquiera buscar, nos aboca a callejones sin salida.

En fin, 5 horas de von Trier en estado brutal para llegar a aspectos de los que ya nos hablaban en el noviciado o a las raíces de lo que más profundamente intuimos y la vida nos va mostrando.

Eso sí: lo mejor de todo son las demoledoras reflexiones acerca del poder, la democracia, la hipocresía bienpensante, las contradicciones del humanismo… Lars von Trier aprovecha para desatar tormentas aparentemente superadas. Y aunque él mismo se da la réplica, ahí queda su manera salvaje y sincera de mirar la condición humana. Para incondicionales del danés.
 

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