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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

17
Mar
2014

España

2 comentarios


Los tiempos difíciles y las crisis se han mostrado especialmente fructíferos para la creación artística en nuestro país. Es una afirmación poco matizada, pero la literatura –como la pintura- del Siglo de Oro o la que surge tras la crisis del 98 son exponentes incontestables, por más que esta apreciación pueda y deba discutirse.

 

 

Llama la atención el excelente momento que la poesía vive en nuestro país actualmente, y un signo de ello es la aparición de nuevas publicaciones dedicadas a ella. Esta semana se presentará en Sevilla una nueva revista que tiene como criterio la búsqueda de la calidad poética por encima de cualquier otra característica. Pocas cosas se saben al respecto, pero promete ser una iniciativa con voluntad de permanencia y de resonancia.

 

Otra de las nuevas iniciativas es la aparición de la revista “La Galla Ciencia”, que con una voluntad de novedad, de ruptura, con una fuerte personalidad en su arranque, es ya una realidad extraordinariamente bien llevada a cabo. Combinará la publicación digital con la impresa, la cual tengo ahora entre mis manos y cuya belleza final celebro.

 

Entre los poetas que formamos parte de este “número UNO” de la “Galla” me ha sorprendido el poema de Raquel Lanseros. Si ya tengo a Raquel por una de las poetas fundamentales de nuestro actual panorama, la valentía y la inteligencia de su poema me ha dejado los ojos como platos. Porque echaba de menos entre los contemporáneos un tema, el de España, fundamental para comprender, por ejemplo, a Unamuno y a Machado.

 

Hay que ser valientes y atreverse a esta libertad a la que Raquel se arroja para tratar el tema, pues –y soy el primero que no está libre de pecado- parece que se impone entre muchos autores la corrección política, la prudencia mediática a la hora de no abordar alguna cuestiones que, sin embargo, están en el debate de la calle.

 

SIGUE DOLIENDO ESPAÑA

Me duele España
MIGUEL DE UNAMUNO

 

Yo nací en una patria ambivalente
de corazón dormido por los siglos.
Azufre y néctar,
                 útero y cadalso,
el zumo de limón en las encías,
el sudor que conserva el recuerdo del hielo.

 

España nuestra, al borde de tus páramos
las amapolas gritan el nombre de mil muertos.
Los hijos de los hijos de tus mejores hijos
están lejos o en jaulas o en silencio.

 

¡Despierta, madre,
vístete de una vez,
límpiate las legañas!

 

Yo que te amo, te juro que aborrezco
el hedor de tus aguas estancadas.
Te miro desde mí para saber qué somos.

 

Veo esa boca enferma de halitosis
por la que –hoy como ayer- vociferan los mismos.
veo estiércol sobre trigo,
  miel pisada,
      condena y estrechez,
          luz de candiles.

 

Sin embargo, aquí cerca,
resistiendo al cerrado y sacristía,
veo también cipreses y naranjos,
   torrenteras del agua y de la nieve,
       manos llenas y sed de calendario.

 

Veo a Lorca, veo a Velázquez, veo a Machado,
Miguel Servet, Quevedo, Garcilaso,
Larra, Picasso, Hernández, Rosalía,
Ramón y Cajal, Séneca, Espronceda,
Isaac Peral, Gaudí, Goya, Cernuda,
Cervantes, Calderón, Severo Ochoa.

 

Eso es España. Más allá, la nada.

 

 

 

Raquel Lanseros

"La Galla Ciencia". Revista de Poesía. UNO. Febrero 2014. pp. 46-47

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Antonio Praena
19 de marzo de 2014 a las 11:04

Magnífico poema de César Ibáñez París, con un adverbio final perfecto.

ESPAÑA

De niño me dijeron
que tu tierra reseca, agosto puro,
escondía en su entraña
manaderos de sangre,
sangre para el fulgor y la osadía.

Me dijeron que el tiempo no mellaba
las armas de tu historia,
los filos de tus huellas,
las quillas de tus barcos
(que son de mar y nunca de madera,
cuando lamen las olas hacia el final del mundo
y cuando vuelven a su sitio exacto,
hechas alma de sal o hechas ceniza).

Me dijeron también que la locura
de tus febriles héroes
era hermosa, pictórica, sagrada
(siempre Dios de su parte y de su pólvora)
y que al final el viento sopla siempre
para que ondeen las banderas rotas.

Me contaron también que estabas hecha
de espíritus y espinas,
de garrotazos y éxtasis,
de grandeza y orgullo desmedido,
y que no era difícil entenderte
mirando el Escorial y luego los colores
que, aun velados, iluminan el Prado.

Me mintieron, lo sé desde hace tiempo
(y también me mintió, con qué arrebato,
quien, ya de adolescente, me explicaba
que eres proa de Europa preñadamente en punta).
Nos mintieron, lo sé y es cuento viejo.

Pero ahora que tantos usureros
te dan la espalda como a trasto inútil,
ahora que o te venden o te escupen,
yo quiero entresacar de las mentiras
una humilde verdad:
que aquí cabemos todos.

Y cuando digo aquí
quiero decir en esta poca tierra
que mis manos sostienen,
en la lluvia que a ratos nos fecunda,
en el aire que llega hasta la sangre
y en las páginas vivas del Quijote.

Y cuando digo todos
quiero decir erguidamente todos.

César Ibáñez
25 de abril de 2014 a las 17:21

Muchas gracias, Antonio Praena.

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