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Benedicto XVI deja el pontificado
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La noticia ha copado la última hora de las cadenas de televisión, de radio, los teletipos. Las redes sociales están que arden y ya está el texto en español que parece confirmarlo: el Papa Benedicto XVI dejará el pontificado a las 20,00 horas del 28 de este mes.
Nada lo impide, ni evangélica, ni teológica ni canónicamente hablando. Pero lo absolutamente inusual –algún precedente medieval hay- hace de ésta una noticia única. Ya se escuchan comentarios de todo tipo: desde los más frívolos y banales a los maximalistas que afirman que “el papado sólo lo rompe Dios con la muerte”. En fin, lo que es no saber y los malos resultados de las buenas intenciones.
Pero yo quiero hacer un breve comentario que sé que muchos no compartiréis: creo que este Papa ha sido –es- un buen Papa en muchos sentidos. Yendo a los textos, más allá de desafortunadas declaraciones tergiversadas en los medios y más allá de algunos puntos concretos en los que creo que la buena intención y la ingenuidad le han jugado malas pasadas, como en el caso de los lefebvrianos, me parece que es de justicia proceder con seriedad: su primera encíclica, “Dios es amor”, y las dos siguientes, “Salvados en la esperanza” y “Caridad en la verdad”, sobre los problemas sociales y económicos actuales, son bastante buenas. Van al fondo y, en el caso de la última, se denuncian realidades acerca de la especulación y de la ética social y económica que nos sería muy conveniente tener presentes en los tiempos que corren.
Por otro lado, aún cardenal, fue el primero en abordar el tema del fundador de los Legionarios de Cristo, así como en promover la clarificación y las medidas drásticas en los casos de denuncias de abusos a menores, aspectos que le granjearon antipatías y enemistades. Ha sido de los que desde el principio ha dado máxima importancia al diálogo ecuménico. Ha puesto a religiosos -jesuitas, salesianos, dominicos- en los cargos de máxima responsabilidad. Ha dialogado con los intelectuales ateos desde un conocimiento serio de las filosofías de este tiempo. Ha frenado alguna caza de brujas, desde un criterio evangélico, teológico y filosófico serio, caritativo y riguroso.
Este mismo hecho de dejar el pontificado, sin precedentes en la era moderna, es un signo, un signo de que algunas cosas que se han hecho siempre de determinada manera no tienen razón de ser y, por lo tanto, pueden realizarse de otra forma. No me quiero alargar ni es mi intención polemizar. Sólo quiero manifestar mi gratitud por todos sus esfuerzos y unirme a su oración, aun cuando a mis lectores ateos y beligerantes para con lo religioso les parezca mal. Seguro que en la amistad, porque están entre mis mejores amigos y ellos lo saben, me comprenden.