Jun
Axis mundi
4 comentariosDebe de ser cosa del paso del tiempo, pero la verdad es que, llegados a cierto punto -cuando se llega a cierto punto si se llega a cierto punto- comenzamos a hallar cada vez más plenitud en las cosas que no sirven para nada. Hay cosas que, aunque son muy útiles y hasta humanamente rentables, tienen su valor precisamente en el hecho de no servir para nada.
Es el misterio de la contemplación y de la sabiduría. Es el misterio del sentido. Por más utilidad que otorguemos, por ejemplo, a la confianza, la esperanza, Dios, la belleza... su gloria consiste en ser; fuente de felicidad, de goce -lo que los medievales llamaban frui- sin más por qué.
Estas palabras cobran entera plenitud ante el libro que hoy presentamos: “Axis mundi”, de Pilar Verdú. Cada página suya es eje de un único eje que atraviesa el meollo de la existencia. Gozo y sentido de la vida configuran su fondo y su figura, su forma y su contenido, su masa y su luz.
Desde las iniciales invocaciones a la claridad y a la alegría (“Bórdanos, alegría,/ igual que a los mantones:/ un jardín de claveles/ sobre el fondo negrísimo”) hasta los textos metapoéticos del final (“Quiero escribir, pero me sale sangre”), los ejes de este mundo se yerguen con decisión y definición tanto por su ritmo seguro, ágil pero sin prisa, como por su depuración semántica y una imaginería sometida al rigor conceptual, a veces con tendencia al minimalismo. (“Si el lenguaje es la herida/ ¿será el silencio acaso cicatriz o gangrena?”).
Pero sin duda estamos ante un libro sapiencial, que decanta lo que vale la pena de lo que no lo vale desde una determinada altura de la vida y la literatura. No canta Pilar Verdú lo que se ha perdido sino lo que la vida nos regala, dando con ello un paso más allá de los recursos lastimeros que abundan en poesía. De lo que no vale la pena, mejor hacer elipsis: la vida es demasiado breve como para no aprender de lo que queda por vivir, y el destinatario de estos versos, un lector inteligente, lo suficientemente valioso como para intentar captar su atención con sentimentalismos recurrentes (“Liberar el poema te libera”).
El carácter sapiencial del libro, que lo acerca a una muy peculiar forma de poesía del conocimiento, queda perfectamente empastado con versos cercanos al aforismo (“He aprendido algo de las jacarandás:/ a medir la belleza para que no resbale”).
Un goce pleno de libro, un soplo de aire tan sutil como rotundamente impregnado de verdad, de visión, de profundidad. Si la gloria significa peso, este es un libro en estado de gracia. Poemas que sirven para vivir, siendo, como son, literatura de alta exigencia, sin afectación ni ganga. Una constatación de hasta qué punto los ejes (axis) que nos sostienen en el mundo y nos elevan en la vida son fe, amor, esperanza. Cosas que no sirven para nada, es decir: poesía.
“(…)
cúbrete de valor,
que te hará falta
para reconocerte en cada elipsis.
Porque en cada omisión reside un átomo
de cuanto te conforma como hombre.”