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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

10
May
2007

Artistas teólogas

2 comentarios

En la cultura contemporánea el artista es, a veces, un niño terrible al que se le permite opinar de todo. Una insinuación suya, de aquellos, claro está, a los que la tribu reconoce, tiene una gran trascendencia. Son algo así como los emisarios que provienen de un extraño mundo desde el cual se ven y se conocen cosas vedadas al resto de los mortales.

 

Todos tenemos derecho a opinar de todo. Pero el hecho de ser un magnífico escritor no acredita a nadie como sabio teólogo, ni tampoco como profundo ser espiritual. Cierto es, sí, hay que decirlo, que el arte y el contacto cotidiano con la belleza engendra una forma de pensamiento y una sabiduría especial, distinta, que es bueno y necesario que el artista arroje sobre el mundo, también en forma de reflexión. Pero ello no le otorga a su visión carta de infalibilidad. Y, si me atengo ahora a mi experiencia, ésta es que cuanto mayor es el artista, más consciente es de la importancia de saber que no todo se sabe y que las cosas son más complicadas, por más sencillas, de lo que él pueda decir. A los grandes artistas les acompaña un gran silencio. Los mediocres, quienes saben un poco de algo, creen que ya saben de todo.

 

Y es que recientemente Nélida Piñón, una escritora de una gran humanidad y sensibilidad, manifestaba que es una gran creyente. Pero que el tema de Dios es asunto de intimidad y que, en realidad, el monoteísmo es una de las más maravillosas creaciones de la mente humana, una espléndida abstracción del cerebro humano.

 

Me parece respetable lo que dice y que lo diga. Pero tener una relación estrecha y extraña, como tienen los poetas y narradores, con el verbo no significa haber conocido las profundidades del Verbo. Por más premio Príncipe de Asturias que le concedan.

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Martín Gelabert
10 de mayo de 2007 a las 21:16

Decir que Dios es una construcción humana, un consuelo para los que desean sobrevivir, es una afirmación tan gratuita como la contraria. Igualmente podría decirse que la idea de que Dios no puede existir es una fabricación humana. Como mínimo las dos afirmaciones se sitúan al mismo nivel. Ahora bien, la existencia de Jesús, los profetas de las otras religiones y la propia experiencia religiosa de muchas personas nos hace pensar que quizás no sea una construcción humana.

JMValderas
10 de mayo de 2007 a las 21:37

Querido Praena No puedo reprimir el gozo que he experimentado leyendo tu reflexión, la de Gelabert y la de Sixto (sobre los memes). Los tres convergéis en lo que yo considero un capítulo sustantivo del espíritu de nuestro tiempo: la concesión de autoridad a quien carece de ella. Pero así es en nuestro mundo de la información no constrastada. A mi mesa de trabajo ha llegado esta mañana la publicidad de una traducción de Dawkins sobre el “espejismo de Dios”, realizada en una editorial que se supone importante para el pensamiento español. Y me ha llegado “One World. The Interaction of Science and Theology” (2007), de John C. Polkinghorne”. Dawkins es un acérrimo defensor del ateísmo con una concepción de la religión harto primaria. Envuelve su argumentación en supuestos científicos, que no avalan ni de lejos lo que él dice que niegan o afirman. Es un etólogo formado con Tinbergen, es decir, un estudioso del comportamiento animal. Nada más. Stephen Gould supo pararle los pies en biología, pero Gould ha muerto prematuramente. Polkinghorne, físico-matemático de Cambridge y teólogo, presenta tres capítulos nítidos sobre la naturaleza de la ciencia, la naturaleza de la teología y la naturaleza del mundo físico. No tengo más espacio, y bien que lo siento.

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