May
Acorde
0 comentariosAsunción Escribano
Acorde
X Premio Fray Luis de León
Visor, 2015
Viniendo de alguien que dedica su actividad profesional a la apasionante relación entre el periodismo y la literatura, que en su tarea universitaria sostiene el puente que va del lenguaje más exigente a las siempre cambiantes novedades que el periodismo y las nuevas redes de información exigen, este libro, “Acorde”, supone un verdadero testimonio de raigambre poética y de fe en la palabra como casa del ser y de la vida.
Asunción Escribano ya nos había regalado verdaderos testamentos en los que humanismo, naturaleza y metafísica convivían armoniosamente en una sola persona literaria. Pero en el presente poemario esas dimensiones están más acordadas que nunca, más vibrantemente armonizadas mediante un decir suelto, agraciado y desasido que nos revela a una poeta en cuya madurez la libertad y la exigencia se potencian mutuamente.
“Acorde” es una inmersión en el paisaje y sus estaciones desde un yo que tiende a la disolución. Hay en él una ebriedad sostenida, una desmesura de viento y de fuego que engarza a Escribano con la mejor tradición castellana de Claudio Rodríguez. Y aunque explícitamente aparecen Gamoneda, Sánchez Rosillo y Vicente Valero, está también Antonio Colinas, cuya mansedumbre es invocada a la vez que empapa los versos más luminosos. Por lo que al ritmo se refiere, todo se acuerda a una respiración real, encarnada, que nos retrotrae a la teoría de Valente según la cual acentos y ritmo son en el poema un eco de la misma respiración humana.
Si es misión de la belleza dar unidad al mundo, del que nosotros somos lenguaje, “Acorde” nos eleva a un horizonte de claridad incandescente en el que todas las cosas vibran unidas. También las sombras, las tormentas, las llagas, fiebres y cicatrices encuentran su lugar en una especie de sacramento cósmico oficiado por los pájaros. Pues al final, y muy especialmente en el extraordinario poema XXX, un jubilo sostiene fúlgido cuanto en la vida ha llegado a ser poema y cuanto en este poemario nos llega como vida intensa y verdadera.
Acorde es clásico y es moderno. Es exigente consigo mismo y misericordioso con el lector. Los destellos de lenguaje religioso acentúan la plenitud inmanente de las cosas y, a la inversa, la inmersión poética en la inmanencia del mundo y sus naturalezas nos sumerge en una atmósfera y una mística transreligiosa.
Tan solo un par de versos suyos ya lo dicen todo: “La cantidad de amor inmenso / que puede contener algo pequeño.”